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De Yakarta a Tanakita
Indonesia II: De Yakarta a Tanakita. Nuevo voluntariado con HelpX

Indonesia II: De Yakarta a Tanakita. Nuevo voluntariado con HelpX

De Yakarta a Tanakita

Después de un viaje apacible en barco, entre Batam y Java y tras 29 horas navegando, rápidamente con la ayuda de mis amigos Robi y Fitri encontré el taxi para llegar a casa de mi anfitrión en Yakarta, que me estaba esperando levantado, a pesar de tener trabajo a la mañana siguiente y tener que madrugar. José es colombiano y aceptó mi solicitud de acogerme a través de Couchsurfing enseguida que la envié. Me explicó, mientras charlamos un rato antes de irnos a dormir, que está viviendo en Indonesia desde hace un par de años y trabaja para una compañía tecnológica.

Yakarta

A la mañana siguiente él tenía que salir de casa sobre las 8h, yo tampoco estaba muy seguro de que planes haría y le pedí que me despertase para buscar juntos la manera de molestarlo lo menos posible y que el siguiese con sus planes de viaje a Bali, sin preocuparse de mi, mientras yo decidía que hacer finalmente durante el día. Al final me dejó sus llaves, solo tiene una copia, y me dijo que cuando me marchase, las dejase en el buzón. Un gesto de confianza que me sorprendió y agradecí, ya que eso me permitía estar relajado y pensar, teniendo un sitio donde dejar mis cosas.

Aproveche la mañana para lavar mi ropa y mientras esperaba a que terminase la lavadora, llamé a Robi y Fitri para quedar a comer, como no podían, intenté quedar con Saudara con el que había coincidido en el último tramo del viaje y que se ofreció la noche anterior, antes de llegar a puerto, a acompañarme y enseñarme Yakarta. Finalente tampoco podía por su trabajo, así que decidí aprovechar para descansar un poco y de paso escribir en el blog. Sobre mediodía llamé a Isep, el propietario de Tanakita, que era donde me esperaban para hacer mi primer voluntariado en Indonesia a través de Helpx.

Hablamos y le pedí quedarme un día en Yakarta, para el sábado temprano salir hacía Sukabumi, ciudad a unos 15km de Tanakita y a unas cuatro horas de la capital indonesia. A Isep le pareció bien y me ofreció transporte propio a la mañana siguiente. Para mi esto era perfecto, ya que llegaría directamente y sin tener que buscar el autobús hasta Sukabumi, que por cierto, tenía la parada en el mismo puerto donde había llegado la noche anterior, una jugarreta que me hubiese costado tiempo y dinero. Me dio el teléfono de Baba, quien se encarga de la oficina de Rakata Adventure -la empresa de Isep en Yakarta-, para que él me gestionara el viaje.

Cuando llamé a Baba, me dijo que era mejor si adelantaba mis planes , ya que al día siguiente nadie subiría como en principio estaba previsto. Me dio tiempo a poder dejar secar mi ropa recién lavada y darme una buena ducha. Además de organizar y montar de nuevo mis mochilas antes de salir hacia allí.

Pasadas dos horas desde que hablé con Baba me puse en marcha, avisé a José de mis repetidos cambios de planes y nos citamos para otra ocasión, en la que trataría de estar más tiempo en su casa y corresponder a su amabilidad. Quizás cocinando para él entre otras cosas, mi tortilla de patatas.

De Yakarta a Tanakita

Desde casa de José hasta la parada del autobús, para llegar a las oficinas de Rakatan Adventure, tuve que andar un poco, fue un camino sencillo pero cuando no conoces por donde te mueves, todo es más complicado. Cuando encontré la parada, gracias a la ayuda de algunas personas que me encontré y pregunté caminando, tuve que negociar el precio del billete, ya que la mujer de la taquilla me ofreció solo la posibilidad de pagar 40.000 Rp (2,60€) por una tarjeta de transportes, a lo que me negué, argumentando que iba a usarla solamente en ese momento. Un muchacho que estaba allí, también trabajador de la compañía de autobuses, me ayudó y al final conseguí pagar solamente 4.000 Rp (0,26€), el precio del billete sencillo.

Al subir al autobús, lo primero que hice fue equivocarme de puerta y entré en la zona destinada a las mujeres, aquí al igual que en Irán van separados por sexos, aunque luego vi en la parte trasera, mujeres y hombres juntos. Todas me miraron con sorpresa y con el cachondeo que se formó me pude dar cuenta de mi error. A trompicones en un autobús lleno, cargado con las mochilas, me abrí paso hasta la que era mi zona. Tenía que confirmar que la última parada era donde tenía que bajar y para no equivocarme de nuevo pregunté a unos muchachos jóvenes que estaban a mi lado, pero no sabían inglés, así que solo conseguí su sonrisa, pero no la información.

Iskandar que estaba a mi lado, me llamó la atención para aconsejarme la descarga de una aplicación de móvil llamada Waze que ayuda a tener información del tráfico en tiempo real y muchas más cosas, parecida a una red social y darme la información que necesitaba. Iskandar, viendo que no podía descargármela, aunque tengo 3G en el teléfono, me cedió su conexión para hacerlo y me preguntó por mi viaje en Indonesia. Le comenté cuales eran mis planes en su país y me ofreció contactos de amigos suyos para recibir ayuda. La hospitalidad indonesia me volvía a sorprender.

Al llegar a Blok M, donde teníamos que bajar, invité a Iskandar a tomar algo para agradecer su ayuda y tras tomarnos un te frío me ofreció llevarme con su coche, hasta la misma puerta de las oficinas de Baba. Con Iskandar sigo enviándome mensajes, en los que ya me ha confirmado la bienvenida de sus amigos cuando llegue a sus ciudades.

Tanakita

Después de un rato charlando y tomando café indonesio con Baba y algunos amigos que estaban allí, salí con dirección a Sukabumi, eran las siete de la tarde aproximadamente, en plena hora punta y Yakarta, no podía ser menos a cualquier gran ciudad, también tiene sus graves problemas de tráfico.

A Tanakita llegamos entrada la noche, tras más de cuatro horas de viaje, para recorrer 120 Km que separan ambas ciudades y un tormentón en la carretera. Ya aquí me encontré con un sitio en medio de la montaña, solo lo intuí, pero me dio una sensación de armonía y belleza, que al día siguiente por la mañana lo comprobaría con mis ojos. Esa misma noche había una buena fiesta montada, una empresa había contratado el sitio y alrededor de 150 personas estaban cantando y bailando con música en directo. Había comida y bebida. Me animaron a sumarme con ellos a la celebración, a lo que no me pude negar.

Jawa que me había traído en el coche me presentó a Isep, mi anfitrión, charlamos un rato y me presentó a otros voluntarios que estaban allí en su última noche. También me presentó a Mandra, que hablaba un poco de español y con el que enseguida conecté. Entre sorbos de té y una bebida caliente y casera llamada ‘bandrak’ hecha a base de agua, mucho jengibre y azúcar estuvimos haciendo unas risas. Mi entrada en Tanakita no había podido ser mejor.

Cuando acabó la fiesta me trasladaron a otro de los campamentos que Tanakita tiene en la zona. Solo fue por esa noche, al día siguiente me trasladé de nuevo al campo principal que es donde estoy haciendo mi voluntariado. Tanakita está compuesto por tres campos: el principal que da nombre a todo; otro cercano a éste, llamado Villa Merah y el tercero, donde fui a dormir esa noche a la orilla del río Cinumpang, que es el más reciente. En todos se duerme en tiendas de campaña y los edificios sirven para ubicar las cocinas, los baños y las oficinas.

Alejado como está el campamento Ciumpang de Tanakita, pasé una noche tranquila y amanecí con la baba escurriendo por mi boca. Necesitaba un sueño reparador en silencio y en la paz del campo, después de varios días sin parar de viajar y haber descansado lo justo para continuar.

A desayunar me invitaron unos clientes recién llegados al campamento que me ofrecieron café y galletas y posteriormente Arifin trajo unas pastas caseras de tempé rebozado y piezas de tofu frito, que me encantaron.

Durante la mañana, mientras esperaba a trasladarme al campamento principal, se fue uniendo más gente, luego supe que eran amigos de Isep, que de vez en cuando se juntan para rememorar viejos tiempos, ya que muchos de ellos trabajaron aquí anteriormente.

El bueno de Isep y la gente de Tanakita

Isep es un jefe de los que se ganan a su gente. Todo el mundo sabe que tiene que hacer y hace su trabajo perfectamente, sin alterarse lo más mínimo, ya puede estar Isep por aquí o no, siempre lo hacen con una sonrisa y sin estrés. Cuando necesito algo, siempre hay alguien para ayudarme y que la consiga: un paquete de cigarrillos, comida o bebida, lo que sea. No solo eso, cada mañana cuando me despierto, muchos de los trabajadores ya están aquí. Realmente son muy madrugadores y suelen despertarme sus cánticos y sus motos, alguna vez demasiado pronto y cuando me ven, enseguida su sonrisa me alegra la mañana y su saludo me ayuda a desperezarme.

Una de las cosas que se han propuesto es que aprenda indonesio y ahora también sundanes, aunque ya les he dicho que con calma, mi coco no da para tanto. Yo por otro lado les estoy enseñando algo de español, muchos cantan y tocan la guitarra y les gusta la música latina, por lo que ponen atención para aprender y luego practican conmigo. Por las noches, durante la cena se juntan alrededor del fuego, sacan las guitarras y pasamos un buen rato cantando y bebiendo, no alcohol, -ya que como musulmanes lo tienen prohibido por su religión- pero si bandrak -una bebida sin fermentar- que nos viene muy bien para entrar en calor durante las noches, que son bien frescas en medio de la montaña.

El voluntariado

En cuanto al trabajo que estoy haciendo de voluntario, tengo que decir que no es mucho. Cuando escribí para solicitarlo Isep me comentó que hacían un festival llamado RRREC, quizás porque había leído mi perfil en el blog, y una de las cosas que he podido hacer es explicarles como los hacemos en Europa y como hice yo el mío en los 90 en Menorca, sé que algunas les han gustado y las van a aplicar en septiembre, cuando se celebra y otras las dejarán para las próximas ediciones, porque necesitan más tiempo para desarrollarlas, pero parece que les he servido de ayuda.

Si quieres ver algo sobre el festival aquí tienes el enlace a su web. Por otro lado estoy encargándome de preparar un nuevo blog que Isep tenía ganas de tener, por lo tanto nada de trabajo físico y si mucho en la oficina. Al principio le reclamaba a Isep trabajar más, sin embargo su respuesta siempre ha sido que me relaje, que mi viaje es largo y lo que estoy aportando es suficiente. También me ha dado tiempo a trabajar en mi blog y a terminar el vídeo que he preparado del viaje hecho hasta ahora, que puedes ver en esta página.

Como no, además, he podido preparar algunas de mis recetas: la tortilla de patatas, que a todo el mundo le gustó y el gazpacho, que no fue el que mejor me ha salido y no hizo mucha ilusión -ni a ellos ni a mi-. En mi descargo diré que un ingrediente, el vinagre, aquí es artificial al no haber vino o sidra, así que difícil tener sabores naturales. Me desquitaré porque me queda tiempo para preparar algún plato más de mi repertorio y mejorar mis habilidades de cocinero.

Durante este tiempo aquí hasta hoy, más de dos semanas, también me ha dado tiempo a pillar un buen catarro, que me duró casi una semana, debido a los radicales cambios de temperatura entre el día y la noche y también una diarrea, que afortunadamente solo me duró un día. Hoy ya estoy recuperado y espero que inmunizado durante un tiempo.

Otra de las cosas que he podido hacer gracias a Isep, es conocer algunas ciudades cercanas y sitios emblemáticos del oeste de la isla de Java, no mucho, pero de agradecer porque me haya ofrecido acompañarle o ir con algunos de sus amigos. Mis siguientes pasos me llevan hacia el este, antes de cruzar a Bali y encontrarme por unos días con Nona, una amiga española que está de vacaciones y descubriendo lo que es viajar sola, pero todo esto lo dejaré para el próximo artículo.

Hasta entonces y como siempre…

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