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un año clave en la vuelta al mundo
Últimos días en Borneo y llego a Australia. Celebrando el año nuevo en un avión
Mis últimos días en el Sudeste asiático, en Borneo y los viajes en avión hasta llegar a Perth en Australia el día de año nuevo. Nuevas sensaciones en el viaje.

Últimos días en Borneo y llego a Australia. Celebrando el año nuevo en un avión

Mis últimos días en el Sudeste asiático, en Borneo y los viajes en avión hasta llegar a Perth en Australia el día de año nuevo. Nuevas sensaciones en el viaje.
un año clave en la vuelta al mundo

Era mi última mañana en Sandakan, quería salir pronto para, en caso de tener que andar no hacerlo con todo el calor cayendo sobre mi. Lo conseguí a medias, una última charla con Nabistul y un desayuno que Mohaimi preparó para mi como despedida me retrasaron, aunque me había levantado pronto para seguir mis planes. También quise decir adiós a toda la plantilla con la que había pasado mis últimos días en el hostel y que ya presenté en el anterior artículo y que no llegaban hasta las 10am.

Experiencia haciendo dedo en Malasia

Sobre las 11am de la mañana salí hacia la carretera y anduve durante una media hora hasta que el primer coche paró. Fue una familia malaya qué me acercó hasta la estación de autobuses a las afueras de la ciudad. No era mal sitio, desde allí seguiría probando fortuna y sino tenía la opción de pagar por viajar en un autobús. No lo necesité, avancé 200 metros para colocarme en el cruce de una rotonda y de nuevo una familia, esta de origen chino también me paró y me llevó hasta una pastelería para que pudiese comprar algo más que llevar para comer en el camino. De allí tuve que andar un poco para colocarme de nuevo en dirección a Kota Kinabalu.

No tardó mucho en parar un todo terreno y Engineer Sala y su hijo Matay me iban a ayudar a avanzar unos kilómetros. Antes hicimos una parada en Sepilok y pude de ver con ellos por última vez, el refugio de los orangutanes y de los osos sol desde fuera.

Estuvimos esperando a dos de sus trabajadores durante unos minutos, tras llegar de nuevo al cruce de la carretera principal uno de ellos se bajó y el otro siguió camino con nosotros. Llevaba una bolsa plena de wampee, una fruta tropical parecida a los litchis, pero más sabrosa, que me invitaron a compartir durante el camino y después, me regalaron para el resto del viaje.

Llegamos hasta un cruce de caminos donde nos separamos, era un buen lugar ya que estaba concurrido, de hecho a los 10 minutos apareció un autobús que viajaba hasta Kota Kinabalu. Al parecer creían que estaba esperándolos, así que pararon y me preguntaron, yo les dije que mi intención era seguir camino sin tener que pagar y que prefería esperar un coche que me llevase sin coste, tras una pequeña charla entre ellos decidieron que podía viajar gratis. Una sorpresa muy agradable, ya que llegaba directamente hasta la parada en la terminal desde la que había salido hacia Sandakan, un mes y medio antes.

De nuevo en Kota Kinabalu

El autobús tuvo que hacer varias paradas imprevistas por el camino, el motor perdía agua y se recalentaba por lo que tenían que refrigerarlo y rellenarlo, afortunadamente llevaban reservas que había podido recoger en unas fuentes en la primera parada enfrente del Monte Kinabalu.

La noche caía y en cada parada perdíamos algo más de media hora, así que el horario previsto ya no servía. Me habían dicho que sobre las 5pm estaríamos en la ciudad, aún de día, pero eran más de las 7pm y seguíamos viajando ya de noche. Eso me obligaba a tener que cambiar de planes y ver como podía llegar a casa, ya que los autobuses de línea dejaban de pasar sobre las 8pm según me dijeron.

Nada más llegar a la terminal me despedí de ellos agradeciéndoles efusivamente el favor y me dirigí hacia la carretera para intentar subirme al último autobús de línea. Esperé un rato, pregunté a algunos vecinos que andaban por allí y me dijeron que tendría que moverme en taxi ya que estábamos a más de 20Km. El primero que paré me pidió 30RM, que me parecieron excesivos, así que lo dejé seguir. El siguiente accedió a negociar el precio y arreglé con él 20RM, un ahorro que me vendría bien los días siguientes para comprar comida.

Me dejó en la misma puerta del edificio y cuando llegué en casa estaban dos señoras italianas, hermanas, que me abrieron la puerta. Nina en ese momento estaba en India de vacaciones y practicando yoga y les había avisado de mi llegada. Me entregaron mis llaves y al día siguiente se fueron a Brunei mientras yo cuidaba de la casa y de los gatos de Nina. No tuvimos mucho contacto, eran bastante reservadas y también algo antipáticas, todo hay que decirlo.

Poco más que contar de mi estancia en Kota Kinabalu durante estos cuatro días, ya que me dediqué a coordinar el viaje, controlar el visado australiano, poner al día el blog y escribir los artículos que habéis podido leer sobre mis 358 días en el Sudeste asiático que publiqué en tres entregas: la primera dedicada a los países del norte, la segunda a los del sur y la tercera a la economía durante ese casi año que pasé viajando por esta parte del mundo.

Llegó el día 31 y tenía mi vuelo a Kuala Lumpur que salía a mediodía, pero quise ir con tiempo y viajar tranquilo por lo que madrugué y a las 7am ya estaba preparado. Lo de los aviones no me gusta mucho, no por pánico a volar, simplemente no me gusta la parafernalia que rodea los embarques, y las llegadas a los aeropuertos, aunque disfruto viendo desde el cielo lugares que he podido ver desde tierra durante tanto tiempo. Incluso localicé la urbanización 1 Borneo, donde viví, al despegar.

Vuelo a Kuala Lumpur

El autobús al aeropuerto sale del centro de Kota Kinabalu, donde llegue con el autobús de línea entre 1 Borneo y la avenida donde están la mayoría de las paradas de autobuses. Son solo 2RM para este trayecto y 5RM más para llegar después al aeropuerto. Sencillo de encontrar además porque está bien señalada con un kiosko que vende los tickets.

Llegué al aeropuerto sobre las 10 de la mañana y eso me dio para poder relajarme, sacar mi tarjeta de embarque con tiempo y dejar mi mochila grande facturada. Además la noche anterior me había preparado comida para llevar y gastar lo menos posible en el aeropuerto, ya que los precios son bastante más caros y aproveché para picar algo.

El avión salió puntual de Kota Kinabalu y llegamos a Kuala Lumpur sobre las 2.30pm. con lo que tenía que estar esperando al nuevo vuelo alrededor de ocho horas. La facturación de la maleta para Australia tenía que hacerla cuatro horas antes de la hora del vuelo, así que me tocaba aguantar otras cuatro cargado.

Use el típico carrito de equipajes y con el paseé por el aeropuerto saliendo a fumar y ver como los aviones llegaban y despegaban. A la hora de la puesta de sol las vistas fueron impresionantes y entre calada y calada de mis cigarros liados a mano, la comida que me había preparado y me terminé y los paseos, llegó la hora de embarcar y poner rumbo a Perth.

Feliz año 2016 desde un avión

La compañía aérea había estado insistiendo para que comprase un aumento de categoría durante las semanas que tuve el billete anticipado, lo descarté, pensé que no volaría mucha gente en un día tan especial, me equivoqué a medias.

Si bien había bastantes pasajeros el avión no estaba lleno, así que cuando despegamos y el avión se estabilizó a la altura de crucero, pudimos arreglar para que mis compañeros de asiento se moviesen uno más adelante y todos viajásemos más anchos.

Conociendo como les gusta el aire acondicionado en esta parte del mundo, me previne y llevé mi jersey para ponérmelo durante la noche, ni aún así pude entrar en calor. Reclamé a una azafata que si podían templar un poco el ambiente, accedió, pero no lo suficiente para ir cómodo y las mantas las alquilaban, cada una por 10RM, dinero del que ya no disponía en efectivo y que no me apetecía pagar con tarjeta.

Me acurruqué en el asiento y me tumbé como pude para viajar lo más cómodo posible. Creía que a mi llegada habría cogido una pulmonía, afortunadamente cuando bajamos del avión alrededor de las 5.30am y entre la recogida de equipajes, el paso por la frontera y la revisión del equipaje por la policía en el aeropuerto de Perth ya había amanecido y el sol empezaba a calentar, aunque el ambiente todavía era fresco. Aproveche para ponerme al sol como una lagartija y fumarme el primer cigarro en Australia en la puerta del aeropuerto. Ambas cosas me sentaron genial y ya estaba preparado para una nueva etapa del viaje.

Ya estoy en Australia

En el aeropuerto siguiendo las indicaciones de Kathy, mi anfitriona en West Australia, pregunté por la tarjeta de teléfono de la compañía que me recomendó. Pagué 10$AU, al cambio algo menos de 7€ e incluía 6GB para conectarme a internet, más 1,30 GB nocturnos, 30$AU en llamadas y un premio inesperado: 700$AU para hacer llamadas sin conocimiento y también crédito internacional entre 150$AU y 200$AU no estoy muy seguro. Increíble pero cierto. De los 700$AU solo he utilizado 20$AU del resto, casi todo.

No tenía prisa, era temprano y tenía un hostel en Perth aunque según las instrucciones no podía hacer el chequeo de entrada hasta mediodía, por lo que me lo tomé con tranquilidad. El autobús entre las terminales del aeropuerto es gratis y tenía que llegar a la terminal 2 desde donde tenía otro autobús hasta la ciudad. Este costaba 4,50$AU y Mel, la conductora, me hizo descubrir la amabilidad de los australianos. Durante el camino pudimos charlar y me ayudó a encontrar la forma de llegar hasta mi hostel.

Tenía que cambiar en la misma terminal donde terminaba este trayecto, a otro autobús. La sorpresa fue que este era gratuito. Por ahora no he tenido oportunidad de visitar otra gran ciudad australiana para comprobar si también existe esta red, pero Perth la tiene, son cuatro líneas de autobuses turísticos gratuitos llamadas CAT, con las que puedes recorrer prácticamente toda la ciudad sin pagar ni un dólar. El conductor, John, me esperó para salir hasta que me terminé un cigarro recién liado. El hostel estaba enfrente de una de las paradas, así que más sencillo imposible.

En el hostel aunque eran solo las 8.30am, la chica que estaba en recepción me atendió inmediatamente y me asigno mi cama. La noche de fin de año había sido movida, así que estaba algo desordenado y todo el mundo durmiendo la borrachera. Por otro lado, para el precio que pagué 24$AU (16€) y era ¡de los más baratos! el hostel me pareció sucio e incomodo. Lo elegí porque antes de salir de Borneo me había puesto en contacto con la dirección por si era posible ir a trabajar de voluntario.

KL el dueño, me dijo que podríamos vernos el día 2, aunque esa misma mañana apareció por allí y charlamos de las condiciones del voluntariado, que no me interesaron lo más mínimo. Tras esta charla me indicó donde podía comprar para cocinarme yo mismo, afortunadamente la cocina era comunitaria y me vino bien, porque conforme avanzaba la jornada me daba cuenta que los precios son realmente altos en este país y más comparado con la parte del mundo de la que venía.

Todo tiene una relación, el poder adquisitivo es alto y los precios están acordé con los sueldos de la gente, pero claro, para un viajero justo de presupuesto como yo, es otro cantar.

Encontré una tienda de chinos, abrían también el día de año nuevo y por unos 11$AU (7,4€) pude hacer algo de despensa para cocinar durante el día y a la mañana siguiente antes de ir al encuentro de Kathy, que esa noche me había dado indicaciones de como llegar hasta Armadale, la población más cercana a la que podía llegar con un transporte público.

Resulta que el día 2 de enero los autobuses que normalmente hacen el recorrido hasta: Arthur River, Collie o Williams, muy cerca de Darkan, donde ella vive, no tenían servicio y tuve que, con un tren llegar hasta Armadale donde me recogería con el coche. Pactamos que le pagaría la gasolina, aunque al final no quiso aceptar el dinero.

Paseando por Perth

Después de la compra, una ducha y prepararme algo para comer, era lo primero de todo el día y ya rondaban las 12pm, me pude acostar y dormir una siesta. Al despertar me encontré con un mensaje de Kathy que me animó a salir y pasear por la ciudad, la verdad es que hacía una temperatura muy agradable, no el calor sofocante de esta época del año en Australia y lo podía aprovechar hasta la hora de ponerse el sol, para conocer una de las ciudades más pobladas del país.

El recorrido por todo el centro lo hice caminando, sacando fotos y tratando de documentarme de los lugares que iba viendo de cara a contarlo en el futuro en la web de Minube: iglesias, calles como museos, parques, el puerto deportivo, la bahía, edificios antiguos, etc, además con ello también me convencía de que había llegado hasta casi las antípodas de mi país, que me costaba creérmelo. La vuelta la hice en el autobús gratuito que había utilizado por la mañana, ya que había podido localizar una de las paradas, donde además, por la mañana, me había bajado un momento con el permiso de John para hacer unas fotos.

Llegué al hostel de nuevo al anochecer, me preparé la cena, descubrí lo que he contado de los transportes al día siguiente y me acosté después de trabajar un rato con el ordenador. Estaba realmente cansado, ya que incluso la música que llegaba de los bares cercanos, no me molestó para dormir nada más acostarme.

Amanecí temprano, me preparé el desayuno, hice mi mochila y partí rumbo a la estación de trenes de la ciudad y de nuevo utilicé el autobús gratuito que me llevó de puerta a puerta. El conductor volvió a demostrarme la amabilidad de los australianos, como ya he comentado, y bajó del autobús para indicarme donde estaba la entrada, bromeando para que no me tirase al andén desde lo alto de la estación.

La encontré rápidamente, compré el ticket, esperé a la salida del tren y llegué con tiempo suficiente a Armadale para esperar la llegada de Kathy. Pero esto será la historia de mi próximo artículo, dedicada a las casi cuatro semanas que he pasado en su casa, en Darkan, un pequeño pueblo del interior y donde he podido aprender un poco a entender mejor el inglés australiano, que tiene tela.

Hasta entonces y como siempre…

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